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martes, 11 de noviembre de 2014

Colección Don Julio por Cosas Elegidas. Medallas de Ganadería Argentina. Las Medallas de J.M. Lubary.

Jorge María Lubary

Textos extraídos del Trabajo publicado en Historia de la Ciudad N°17.2002, por la Lic. Stella Maris De Lellis.

Escultor, Medallista, campeón de tiro, abogado… Fue todo un exponente de la singular y paradójica “Belle Epoque”. Admirado por el Presidente Roca, le encomendó numeroso trabajos que son hoy testimonios históricos y artísticos de una época.




Hablar del Dr. Jorge María Lubary es evocar una época de la Argentina floreciente y en avance. En 1880 el General  Julio Argentino Roca asumía la presidencia de la República.
El Dr. Carlos Pellegrini, con un grupo de invitados fundó el 15 de abril de 1882 el “Jockey Club”. Ese año el joven abogado Jorge María Lubary fue aceptado como socio de este club exclusivo, y de esta forma en medio de las grandes fortunas, los apellidos ilustres, los haras y los “pursang” se vinculó con la élite porteña situación que le permitió realizar algunas de sus más logradas obras artísticas.

Jorge María Lubary o J.M.L. como también firmaba muchas de sus obras, fue un adelantado en décadas a ciertos modismos actuales. Además de trabajar en su bufete de abogado, realizaba otras actividades entre ellas el cincelado de medallas y esculturas. El buen pasar económico y sus cualidades de artista le permitieron dedicarse a aquello que más le gustaba y lo hico con excelencia.
Miembro de una familia tradicional de Santa Fé, nació en San Carlos en 1862, era hijo de Tomás Lubary y Saturnina Baillo. Se inició en el modelado de medallas en el taller del escultor italiano Claudio Massa y siempre se consideró su discípulo. De sus manos salieron algunas de las más importantes y bellas medalla argentinas. Su obra fue reconocida por sus contemporáneos y los elogios periodísticos fueron frecuentes. Y aunque fue autor de varias esculturas, su mayor mérito residió en el arte de la medalla.





Su dilecto amigo el dibujante Ramón Columba lo evocó así: “Espíritu culto, legislador en Santa Fé, distinguido clubman porteño, deportista destacado campeón de revólver en pruebas europeas internacionales cultivó también el periodismo, escribiendo interesantísimas crónicas.”
En esta última actividad popularizó el seudónimo de Viator, narrando el derrotero y alternativas de sus viajes en forma amena, movida –incluso risueña- cuando hacía comentarios con agudas observaciones sobre la gente y el mundo. En efecto, en sus viajes a Europa no solo perfeccionó sus estudios escultóricos, sino que trabó a mistad con artistas como Renoir o Degas y otras personalidades de la época. Era conocido su gran sentido del humor en entretenidas conversaciones.




Dicen que pasaba casi todas las mañanas en su casa-taller-museo de la calle Ecuador 1526, casi esquina Berutti, cincelando, diseñando y modelando y que en la misma había una galería cuyas paredes se hallaban tachonadas con sus moldes de yeso.
A partir de 1903 Lubary confeccionó numerosos premios anuales para la Sociedad Rural. Por la calidad de sus anversos se repitieron en forma anual entre 1917 y 1921.

Sus otras aficiones

El Jockey no era el único reducto distinguido que había en la ciudad. El Tiro Federal, creado por la misma época, congregaba a los apasionados por este deporte y el país tuvo el privilegio de ser sede de importantes campeonatos internacionales.
El campeón de tiro Jorge María Lubary fue uno de sus participantes. Su actuación ya había sido premiada en 1895 por el Círculo de Armas con una medalla de “premio Revolver” que llevaba grabado su nombre.
Fue a principios de siglo cuando comenzaron a llegar noticias de algunos aventureros que desafiando leyes de gravedad remontaban vuelo y surcaban el espacio. Esas máquinas diabólicas abrían enormes posibilidades y gracias a personas con visión de futuro se fundó el primer Aero Club Argentino el 13 de enero de 1908. Jorge María Lubary fue uno de sus fundadores.




Es difícil encuadrar a Jorge María Lubary y compatibilizar sus actividades de abogado, aunque fue senador en su provincia no tuvo actuación política destacada, más bien brilló por personalidad mundana y se destacó sin par por su vocación artística.
Tuvo la estrella que le dio talento y magníficas oportunidades para demostrarlo. Por su cultura, sus aficiones y curiosidad es una figura de singular interés, todas sus medallas son importantes y de instituciones prestigiosas.

Los entendidos de todas las épocas concuerdan que no había medallas mediocres en la prolífica producción de Lubary, las más realizadas en los círculos sociales en los que actuó, por eso su relevancia en el estudio de su época.
Se especializó en el diseño de medallas, actividad hoy casi olvidada y rescatada en la memoria por estudiosos y coleccionistas, pero en su época un testimonio de cuanta actividad de cierta envergadura había en el país. Tuvo la responsabilidad de realizar encargos que recuerdan momentos cumbres en la vida no solo de Buenos Aires sino también de la Argentina.




A pesar de sus aciertos, los elogios consagratorios y el desenvolvimiento fluido en círculos sociales selectos, actuó siempre con perfil bajo. Tanto es así que fue difícil componer su biografía son los escasos datos dispersos en diversas publicaciones. Fue un espectador que dejó pequeños testimonios en metal de hechos y personas trascendentes para nuestro país, pero su rica personalidad no se agota con ello.

Su nombre y producción han perdurado hoy por las magníficas piezas que llevan su firma o sus iniciales. “rechazaba con sinceridad todo intento de mostrarle en la popularidad de su vida. Se ocultaba al renombre callejero y prefería trabajar silencioso en su gabinete.

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